martes, 9 de junio de 2015

Aromaterápia y aceites esenciales


Desde el principio de los tiempos el hombre ha estado en la búsqueda del alma y aunque no ha podido encontrarla, logró ubicar la de las plantas en los aceites esenciales y la utilizó para tranquilizar su espíritu.

El uso de los aceites esenciales en aromaterápia es conocido desde la antigüedad, y se pueden utilizar tanto para ayudar al restablecimiento de una enfermedad, como para usos rituales. Los egipcios los utilizaban ampliamente en cosmética, en perfumería y hasta en los embalsamamientos.

El primer aromaterapéuta de la historia fue el griego Teofrasto que escribió un tratado relativo a los olores, analizaba los efectos de los distintos aromas en el pensamiento, en el sentimiento y la salud.

En el siglo XIX, la ciencia química empezó a elaborar copias sintéticas de estos aceites obtenidos por medios naturales de las plantas, porque eran unos procesos más baratos, pero estos métodos solo se podían utilizar en perfumería y no en métodos curativos.

El francés Maurice Gattefosse descubridor de las propiedades curativas del aceite esencial de lavanda es denominado el padre de la aromaterápia por ser la primera persona en utilizar este término.
Actualmente se están volviendo a utilizar los aceites esenciales extraídos por medios antiguos y con todas sus utilizaciones, incluida la aromaterápia.

Es importante señalar que la aromaterápia no cae en la "hechicería", tampoco es un conjunto de fórmulas mágicas que ayudan a conseguir "fortuna", "amor" o "felicidad", no es oficio de la botánicas ni esclava de rituales religiosos. La aromaterápia se funda en un nuevo paradigma de la medicina alternativa, su perspectiva es integral y holística, basando sus postulados en conocimientos básicos de nuestros sentidos a partir de la Neurofisiología.

Un aroma puede desencadenar toda una sucesión de recuerdos casi olvidados. La zona del cerebro asociada con el olor es la misma que la memoria. Además, algunos aceites tienen la propiedad de transformar y equilibrar nuestras emociones reduciendo la ansiedad, la depresión, o la fatiga mental. Por ejemplo; después de un extenso día de trabajo podemos tomar un baño de sales aromáticas cuya mezcla de aceites esenciales son el eucalipto, lavanda y té verde, combinando el baño con el aroma de la menta y la lavanda utilizados en un difusor o "quemador", estaremos regenerando nuestro equilibrio emocional, generando calma y tranquilidad, despejando nuestras vías respiratorias con la menta y el eucalipto, transmitiendo así las energías de nuestro medio ambiente y nuestro organismo con las esencias naturales que aplicamos mediante masajes, baños, difusores, exfoliantes,etc.

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